domingo, 28 de julio de 2013

TU PROJIMO

Jesús en su ministerio nos dijo que la regla de oro era amar a Dios y amar a tu prójimo, pero tal como un escriba le preguntó a Jesús, me pregunto y creo que muchos nos hacemos la misma pregunta, quién es nuestro prójimo, a lo cual nos dice el propio hijo del hombre en Lucas 10 30-37 nos lo enseña a través de una parábola:

Un hombre descendía de Jerusalen a Jericó, y cayó en manos de ladrones los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asímismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viénndole, fue movido a misericordia.
Y acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios y los dió al mesonero, y le dijo: Cuídamele y todo lo que gastes de más, yo le pagaré cuando regrese.
Quién pues de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?.
El dijo: el que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo".

Con esta enseñanza Jesús es claro para ilustrarnos acerca de quién es nuestro prójimo, porque previamente en el mismo libro de Lucas nos había señalado que nada de mérito tiene el prodigar amor a nuestros seres queridos o nuestros allegados, por el contrario, el mérito es el de amar a aquellos que nos hacen daño, a nuestros enemigos o a aquellos de quienes no tenemos conocimiento, es decir, nos invita a no hacer acepción de personas.

En el pasaje vemos como un sacerdote y un levita, ilustrados de la ley de Dios, vieron al herido y lo dejaron tendido, no fueron llamados a misericordia, palabra clave en la parábola traída por Jesús, y que es ser llamado a misericordia, es algo que Jesús nos manda a hacer, así como pedimos de Dios que tenga misericordia de nosotros, y por ella es que somos llamados hijos de Dios, nosotros debemos tener misericordia de todas las personas, es el sentimiento por el cual nos consideramos hermanos en Cristo y pertenecientes de una misma iglesia, la iglesia de Jesús.

Si tu no eres llamado a misericordia es porque realmente no existe una verdadera comunión con Dios, pues es una de las condiciones que debemos tener en esa nueva vida en Cristo, no debemos ser como ese sacerdote o levita que fueron indiferentes e indolentes ante el dolor de ese ciudadano, a quien miraron con desprecio y dejaron abandonado a su suerte; por el contrario debemos ser como el samaritano, persona que consideró al herido como un semejante, es decir, uno igual a él, no preguntó por su condición, si era o no creyente en Dios, si era o no creyente en Jesús, si era o no de cierto estatus social, cuál era su color de piel, etc; no tuvo en cuenta nada de ello, sino que de manera inmediata aceptó ese sentimiento de misericordia que nació en él, que tenía consigo y lo puso en práctica.

Nosotros decidimos qué queremos ser, si como esos sacerdotes, levitas indolentes, que dejaron al herido tendido y no le prestaron ayuda, o como el samaritano que lo auxilió sin tener en cuenta nada de esas taras que hoy en día persisten y que no nos permiten cumplir a cabalidad con la palabra de DIOS, porque este ejemplo es otra muestra más de que debemos dejar a un lado tanta palabra, tanta lectura y preocuparnos por poner en práctica todo aquello que nos enseña la palabra de Nuestro Padre.

Hoy en día vemos como las diferentes iglesias, llámese católica, cristiana, judía, musulmana, etc, la misma sociedad y todos en general hacemos acepción de personas, juzgamos la condición social, cultural o personal de los diferentes integrantes de la sociedad, nos sentimos con la capacidad de criticar y decir cuál y como es la forma de actuar, cuando por el contrario JESÚS hace un llamado a no elegir a nuestro prójimo, sino a verlos a todos por igual, a hacer algo, a no seguir con nuestra indiferencia, a que de una vez por todas apliquemos el evangelio que nos enseñó JESÚS, porque como lo dice ARJONA, JESÚS es verbo y no sustantivo, recuerda que él vino a buscarnos a nosotros por una simple y sencilla razón, porque somos pecadores, por tanto como pecadores no podemos decir quién o qué hace el bien, cuando ni nosotros lo hacemos.

No importa la condición de las personas, su credo, su sexo, su clase social, abramos nuestro corazón a todos y dejemos de ser selectivos, DIOS está en cada uno de nosotros y cuando le damos la espalda a nuestro semejante, se la damos a EL.

EL nos invita a todos a ser parte de su reino, por tanto no nos convirtamos en piedra de tropiezo para que alguien no llegue a su presencia, a él no le importa nuestro pecado sino al pecador, no seamos más indiferentes al mundo que nos rodea, es un mundo necesitado de la palabra de DIOS, y somos los llamados a darla a conocer.

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