"...Dijo entonces JESUS a los judios que habían creido en EL, si vosotros permanecieres en mi palabra, sereís verdaderamente mis discípulos, y conocereís la verdad, y la verdad os hará libres". San Juan 8. 31,32.
En este pasaje JESUS le habla a los judios que habían creído en EL, porque como todos conocemos, llegó a una tierra como la judía, pueblo desobediente, en donde la idolatría reinaba por encima del amor que debía profesarse a DIOS, así que llegó a esa tierra la cual no lo aceptaba como DIOS, sino como otro profeta, pero aun en ese pueblo había personas que creían, que lo aceptaban como el DIOS verdadero, como nuestro salvador.
Hoy vemos que ocurre igual, en nosotros hay muchas personas que a pesar de todas las maravillas realizadas por JESUS no lo aceptamos como nuestro padre, nuestro dador de vida, y es necesario que nosotros lo tengamos como nuestro DIOS para que entendamos que obra en cada uno de nosotros a diario, y ello ocurre a pesaer de no aceptarlo en nuestras vidas, pero cuando le abrimos nuestros corazones y decidimos seguir una vida en cristo realmente entendemos que es la mano amiga que nos conduce por la oscuridad para llevarnos a la luz que nos promete.
Entonces nos dice que debemos permanecer en su palabra para ser considerados verdaderamente sus discipulos, porque realmente allí es donde radica la verdadera dificultad, el permanecer en EL, en su palabra, en sus enseñanzas, en seguir en su camino, ello es lo difícil, porque más que salir de la oscuridad en la que andabamos, del desierto en el cual nos encontrabamos, la verdadera prueba es no volver atrás y continuar ese nuevo estilo de vida que hemos elegido.
Por eso nos manda que la única forma para mantenernos firmes es permanecer en su palabra, en seguir sus estatutos, es acudir a ella para que nos guíe, nos enseñe que camino seguir, nos de los consejos necesarios para esa nueva vida que hemos elegido; y así tenernos como sus discipulos, como un maestro tiene a sus alumnos así nos tendra como sus hijos, porque hemos decidido seguir en su camino, y para ser dignos alumnos suyos debemos primero acoger sus enseñanzas y llevarlas a la práctica en nuestras vidas, para luego darlas a conocer a su pueblo, porque así como un día a nosotros llegó el llamado de JESUS, hoy vemos que son muchas las personas que están esperando conocer de EL, y son a aquellas personas que debemos llegarles para hablarle de la existencia de un JESUS vivo, de un JESUS que así como nos cambió a nosotros, igualmente lo puede hacer con cada uno de ellos.
Entonces que si seguimos sus mandatos, que si permanecemos en EL, que si nos convertimos en verdaderos discipulos suyos, conoceremos la verdad, esa verdad que se encuentra contenida en el mismo JESUS, en lo todo lo que encierra su ser, pues a través de EL entederemos nuestro propósito en la vida, conoceremos realmente lo esencial de la vida, nos liberaremos de todas las ataduras que antes nos apartaban de su presencia, nos zafaremos de las cadenas que nos atan, esa esclavitud que la vemos a diario de diferentes maneras, en la ropa, en la comida, en el lujo, en las malas palabras, en nuestro trato descortés con las personas, en el rumorar de la gente, en juzgar a nuestros hermanos, en el adulterio, en la mentira, en la pereza, en éstas y muchas otras cosas que nos atan, que nos hacen personas esclavas y no nos permiten disfrutar de la verdad, de los frutos que nos da el hecho de tener a JESUS como nuestro guía, como nuestro referente.
Porque cuando realmente conocemos de JESUS, de su vida, de sus maravillas, de lo que realmente puede hacer por nosotros, y de lo que hace a diario por nostros, nos liberaremos de todas las ataduras y conoceremos realmente esa libertad, esa libertad que le dio a su pueblo cuando lo sacó de Egipto para brindarle la tierra prometida, la cual alcanzamos cuando lo acogemos en nuestros corazones.
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